A nadie le cabe duda, creo yo, que vivimos en la sociedad del ruido. No estoy hablando de contaminación acústica, que también puede darse, sino de no tener espacios de paz, de serenidad, de escucha interior, de recogimiento. Así que esta semana, como hablamos de espiritualidad, he propuesto un reto de silencio. En algunos grupos ha funcionado mejor que en otros, pero, la intención, es, sobre todo, reflexionar sobre la importancia del ruido en nuestras vidas.
La semana pasada proponía formas de utilizar la inteligencia artificial generativa en el aula, tratando de responder ¿Cómo nos puede ayudar estas herramientas en el trabajo docente? De otra parte, existe, tal como comentaba, una enorme preocupación por parte de los docentes en cómo afectará esta herramienta a la hora de corregir y evaluar trabajos por parte de alumnos/as ¿Cómo sabemos si se han realizado con algún soporte digital o no?
Siempre me he mostrado partidario del uso de los móviles y la tecnología en clase. Especialmente por el reto que tenemos los docentes por delante de enseñar el buen uso de los dispositivos. Mi propuesta se había basado hasta hoy en la “barra libre de móviles”. En clase explico que me parece más importante ser capaces de decidir cuando usarlo y cuando no. Se aprende más de ese modo que mediante una prohibición.
Vivimos en entornos, en lugares, en los que la cotidianeidad nos han hecho ignorar la importancia de nuestra historia y tradiciones. Coincide en Primero de Bachillerato y 3 ESO LOMLOE hablar de cultura, así que propongo analizar, trabajar por valorar nuestro entorno próximo. Les propongo a los chicos y chicas que se fijen en que en nuestras calles, en nuestras plazas hay placas, hay edificios, estatuas que, por la costumbre no valoramos porque siempre han estado ahí. Pero una Iglesia, un edificio histórico, una plaza alberga una historia que raramente conocemos.
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