A nadie le cabe duda, creo yo, que vivimos en la sociedad del ruido. No estoy hablando de contaminación acústica, que también puede darse, sino de no tener espacios de paz, de serenidad, de escucha interior, de recogimiento. Así que esta semana, como hablamos de espiritualidad, he propuesto un reto de silencio. En algunos grupos ha funcionado mejor que en otros, pero, la intención, es, sobre todo, reflexionar sobre la importancia del ruido en nuestras vidas.
