No lo voy a negar, nunca lo he hecho. Una de las cosas buenas que tiene trabajar en el sector de la educación es el tiempo de verano. Es un tiempo de desconexión real, verdadero, maravilloso para recargar pilas. Es mucho —dicen algunos— ustedes sí que tienen suerte. Depende de cómo lo mires. Antes de ser profe, también creía que los/as docentes vivían como reyes, que iban daban cuatro o cinco horas de clase y se volvían a casa. Sin embargo, no es así. Y pongo un ejemplo práctico: ¿Sería usted capaz de ponerse delante de un grupo de personas, por pequeño que sea, cuatro o cinco personas a hablar durante una hora sin haber preparado nada? Seguro que no. Los profes dedicamos mucho tiempo, más de la cuenta, creo yo, a preparar cada una de las sesiones de clase.
