En esta semana grabé un vídeo para despedirme de mis alumnos del centro en el que llevaba más de diez años. Diferentes motivos, me hicieron tomar la decisión de cambiar de lugar de trabajo y he empezado ya en otros lugares. Sin embargo, la repercusión del vídeo con tantos comentarios, mensajes y reproducciones, me hizo preguntarme si había hecho lo correcto ¿Deberían los profes despedirse de sus antiguos alumnos/as?
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En clase, si no funciona, cambia algo
Los profes somos unos “recicladores” natos. Reciclamos los recursos de un año para otro, con bastante facilidad. No lo digo con la intención de molestar a nadie, más bien al contrario. A veces tenemos un recurso que funciona maravillosamente, una actividad que nos encantó en la que chicos y chicas se implicaron maravillosamente y resultado final fue extraordinario y por eso lo reciclamos para el curso siguiente. Pero llega el año siguiente y… ¡¡¡puuuum!!! Un desastre, pero insistimos en que tiene que funcionar, porque el curso pasado fue maravilloso. Lo probamos en otra clase y lo mismo, seguimos dándonos golpes contra la pared hasta que salimos frustrados y malhumorados.

Cuando no mandas ejercicios
¡Quien no termine los ejercicios se los lleva para casa! Bien, vamos a corregir la tarea… son algunas de las frases que, seguramente, muchos docentes pronuncian en sus clases. También hay quien dirá: Ahora para practicar hacemos los ejercicios de la página tal los números del…” Pero, si en lugar de mandar ejercicios, propusieras un reto, si en lugar de poner tarea se le plantea un desafío… entonces la cosa cambia… y mucho.
A veces, simplemente un cambio de denominación hace que toda lo que hacemos cambie. Aunque no es tan sólo el cambio de palabras, sino también el modo de presentar las actividades en clase, cuando simplemente, no mandamos ejercicios, todo toma un cariz diferente. El hacer y corregir ejercicios suena a hacer lo mismo repetidamente, a copiar del compañero/a para terminar antes, a tratar de memorizar para solucionar la tarea, sin mas. El reto, el desafío es mucho más: pone al estudiante en una situación de alerta, se le invita a ser capaz de resolver algo que a priori no será fácil y por eso tendrá que agudizar sus sentidos y trabajar para conseguirlo.
Muchas veces, sólo poniendo un cronómetro y a la voz de: tenemos que solucionar este problema en tantos minutos… nos cambia toda la situación. Sería, en estos casos, muy bueno, estar en grupos o en parejas para que nadie se quede atrás y evitar la competitividad. También cuando en lugar de mandar a hacer ejercicios propones un reto para que todos se impliquen: a ver si somos capaces de descubrir… y entonces, todo cambia. Mi trabajo es en cooperativo y así es muy fácil, desde esta óptica proponer retos de buscar información sobre, pedirles que encuentren… etc.
Por tanto, el desafío, el reto, la propuesta para el docente sería no mandar ejercicios, sino activar la motivación con actividades que no resulten tediosas y aburridas, sino motivadoras, inspiradoras y atractivas para los estudiantes. A veces las tareas, como un simple acto de repetición o repaso lo visto en clase, también resulta ser bastante poco interesante. Sin embargo, proponer investigar, calcular, analizar, algo en nuestro entorno puede ser muy motivador para alumnos/as. Es verdad que puede costarnos algo de trabajo cambiar el tradicional modelo de ejercicios y actividad por algo diferente, pero también es un reto y un desafío ¿te atreves?
Resistirse a los cambios
Uno de los problemas más graves que percibo en el sistema educativo es la resistencia al cambio. Una resistencia que, por un lado está bien justificada: tantas leyes nuevas, tantas como cambios políticos en el país, donde, cada cierto tiempo hay una nueva ley que obliga a modificar toda la manera de hacer las cosas. Otro problema grave es la falta de apoyo desde las administraciones que parecen más a unos perseguidores de la labor docente que verdaderos facilitadores de apoyo a sus trabajadores. Las familias, en ocasiones, también se oponen a los profesores muchas veces, poniendo en entredicho su profesionalidad. Con todo, hay una clara resistencia a lo novedoso, porque se considera una vez más una intromisión al trabajo del profesor.