Se trata de una actividad que nos puede servir de evaluación o para conocer lo que se ha entendido de lo que hemos explicado en clase. Se puede hacer en grupo o también de forma individual y la dinámica es sencilla. La cuestión es hacer preguntas que rebotan en otros compañeros/as o grupos de clase. Lo importante es que siempre es más fácil responder que hacer buenas preguntas, así que podemos valorar las dos cosas.

La dinámica es sencilla. En mi caso es a partir de vídeos que vamos viendo o de cualquier otro tipo de material que podemos facilitar en clase. Una tarjeta con documentación, un folio o cuartilla con unos apuntes, cualquier soporte es bueno para que elaboren la pregunta. En mi caso, he utilizado unos audiovisuales breves de entre dos y cinco minutos.
Se explica el juego antes de empezar, de modo que sepan que debemos estar atentos al audiovisual o leer atentamente el documento que se facilita. Tras el tiempo de lectura o visionado del audiovisual, les asigno una nota de papel para que formulen una o dos preguntas. Tras dos minutos de cronómetro, se recogen las preguntas y se mezclan. Tras ello, se reparten aleatoriamente en la clase si que le toque al mismo grupo o persona la pregunta que formuló. Se dejan dos minutos para contestar y se vuelve a hacer otra ronda.
Como dije antes, es importante saber tanto quien pregunta como quien responde. Como trabajo en grupos cooperativos, la forma de saber cuál es el grupo que pregunta uso papeles de colores. Controlo aparte que color tiene cada grupo. Y luego, a los que responden les pido que pongan el número de grupo al que pertenecen. ¿Por qué no le pido al que pregunta que pongan sus nombres o su número de grupo? Sencillamente para evitar problemas en clase y que no digan ¡vaya pregunta que hiciste! ¡Se pasaron, fue muy difícil! Con los colores al mezclarlos ellos se pierden en quien pregunto el qué, mientras que yo sigo sabiendo quien pregunta y quién responde para valorar ambas cosas.