Se acercan las evaluaciones finales. Con algún cambio significativo. No hay prueba extraordinaria de septiembre en secundaria. Por eso, quien no supere las materias ahora en junio, le quedarán pendientes para el siguiente curso.
Sin embargo, siempre hay una pregunta sobre la evaluación final y cada una de los momentos parciales a lo largo del curso ¿estamos evaluando bien? Tengo muchas dudas, especialmente ahora, al final, cuando también hay que colegiar la adquisición de competencias, que será la batalla campal en cada una de las sesiones de junio.

El estar en formación continua, nos obliga de algún modo a reflexionar sobre el modelo de evaluación y, tengo la impresión que no lo estamos haciendo bien. En una reciente charla de formación pusieron el siguiente ejemplo: Imaginemos que queremos que un alumno aprenda la tabla de multiplicar del 7. En un primer Test, apenas acierta cuatro resultados. Más adelante volvemos a repetirlo, pongamos que en la segunda evaluación, vuelve a intentarlo y ya consigue saber seis resultados. Seguimos trabajando y, al llegar este punto en junio, es capaz de poner todos los resultados de la tabla en cuestión. ¿Qué nota ponemos en conocimiento de la tabla del siete?
No es una cuestión nimia. Piénsalo bien. Si vamos a calificar a ese alumno/a, ¿qué nota pondrías?
Es muy probable que la decisión más numerosa haya sido hacer una media entre 4, 6 y 10. Es decir, un poco más de seis y medio. Siendo generosos/as incluso podíamos “regalarle” un siete.
Ahora viene la cuestión ¿Por qué no un diez? ¿Ha conseguido el objetivo? Pasemos este ejemplo a otra faceta de la vida. Un deportista que entrena durante un largo periodo para una competición. En un primer intento, consigue la quinta plaza, en la siguiente ya se hace con la medalla de bronce y finalmente consigue el oro ¿Le quitamos el primer puesto y hallamos la media de todos sus intentos? No. Lo ha logrado y punto. Lo ha conseguido, así que es primero y merece estar en el podio. Sin embargo en la enseñanza nos cuesta mucho dar el primer premio. Es por eso, probablemente, no estamos evaluando bien.
En la evaluación competencial viene a ocurrir algo así. No asumimos con facilidad que alguien ha logrado adquirir una destreza y le evaluamos por el recorrido. No estoy tratando de buscar culpables, sino que hemos aprendido a hacer las cosas así y nos cuesta el cambio. Tendemos a hallar la media y las medias no nos dan el reflejo fiel de lo que sabe o no un/a estudiante.
Mucho tendremos que seguir aprendiendo, porque la nueva ley, por lo que tengo entendido, nos propone colegiar más, una evaluación más competencial que no ha terminado de cuajar entre los docentes… mientras tanto, nos vamos apañando.