Cuando nada funciona… más libertad

Parece una incoherencia. Cuando estamos en clase con un determinado grupo y parece que no hay solución, que nada funciona, que no hay nada que hacer con ellos/as, la tendencia general puede ser el enfado, ser más estrictos/as, meter más presión. Cuando hacen las cosas mal, un arresto. Si su actitud no es buena, otro arresto y al final, la experiencia nos dice que podemos seguir arrestando hasta que lo único que podemos arrestarles es el respirar, porque hemos probado con todo y nada funciona ¿Qué hacer entonces? Pues ofrecer libertad.

Elegir, ser libres, nos satisface más.

Lo que ocurre con un grupo este año de clase no lo había visto en ningún otro momento de mi pequeña experiencia educativa de unos cuantos años. Nunca me había tropezado con un grupo en el que nadie, ni un solo alumno o alumna aprobara todas las asignaturas. Tal es la situación que me llevó a comentarlo a un especialista, ¿de qué manera abordar esa situación con el grupo?

La solución propuesta por aquel especialista es la que ya me sabía “tratar de ayudar a los que están más cerca de aprobar”. Era lo que había propuesto en el segundo trimestre y los resultados fueron desastrosos, como ya dije. Nadie del grupo aprobó todo, conmigo, pese a ser una asignatura “fácil”, les di la opción de hacer una recuperación porque sólo aprobaban tres de todo el grupo y así la mayoría superó el trimestre.

Solución… no hay soluciones mágicas. Ni recetas únicas. Depende de muchos factores. Depende de nuestro talante, de la forma de abordar la situación. A mi me ha funcionado dar más libertad y ser honestos con ellos y ellas.

Empezaré por esto último. Ser honesto y plantear abierta a la clase que no podemos seguir trabajando así. Al comienzo de la clase pedir que presten algunos minutos de atención y soltar el tremendo: “Tenemos que hablar”, así no se puede seguir. La atención está captada y podemos plantear que no llevamos una buena dinámica de trabajo, pero que juntos podemos mejorar. Es fundamental y clave no tirar la bronca, sino ponernos de su lado —no falsamente, porque es así— todo buen profesor/a querrá que sus estudiantes aprueben, así que proponemos la estrategia, la que consideremos de forma conjunta, pero sobre todo dándoles opciones para elegir, que no sientan ni debe ser una imposición, sino una elección.

Mi propuesta fue sencilla —creo que ya he mencionado que trabajo en cooperativo— Con un panorama así es bastante complicado formar grupos. Debiera elegir los más “rescatables” como decían en ese curso para liderar los grupos, pero ya lo había hecho y sin ninguna mejora. Así que la propuesta fue dejarles hacer los grupos a su aire, con el compromiso de trabajar un poco más. Esa libertad de elección posibilita que se sientan algo mejor y que no me vean como alguien que les “da brasa” , sino que quiere que mejoremos y salgamos adelante. Fue un acuerdo sencillo que en principio funcionó, pero habrá que esperar más tiempo.

Lo que si tengo claro es que cuando algo va mal, cuando no funciona, la tendencia es enfadarnos. Sin embargo, mi reflexión es para que busquemos otras soluciones más creativas, que en principio parecen ilógicas como dar más libertad a quien no está trabajando, pero quizá, seguir reduciendo libertades, creando mal ambiente, únicamente genera peor ambiente, llegando a una espiral sin fin, que tiende a terminar muy mal. Así que mi propuesta es hablar, buscar el diálogo, ponernos del lado de los/as estudiantes para buscar soluciones, puesto que el enfrentamiento no conduce a nada. ¿Te atreves a intentarlo?

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