Aunque publique cosas interesantes y pueda parecer que todo es maravilloso y que todo sale a pedir de boca en clase, no siempre es así. Hay muchos momentos, en los que las cosas no salen como estaban planeadas. Se retrasa lo programado, las cosas no funcionan adecuadamente ¿Qué hacer entonces?
¡Que no cunda el pánico! Esto ocurre y seguirá sucediendo porque no tratamos con máquinas. Somos personas, con gustos, ganas, deseos, estados de ánimo cambiantes. Además, si estamos en secundaria, los humores, los cambios, son mayores. ¿Qué hacer?

Echar el freno. Parar y analizar lo que ocurre. Pero no desde el punto de vista del profesor/a, ni desde una imposición de nadie, tampoco resuelve demasiado buscar, al menos al principio, ayuda externa, tales como turor/a, jefatura o familias. En un primer momento se echa el freno. Esto no está funcionando, vamos a ver que pasa, mirándolo con la propia clase. Perdamos unos minutos hablando sobre lo sucedido, preguntemos lo que ha ocurrido y busquemos soluciones. Personalmente me ha funcionado. Pongo un ejemplo para que se vea más claro.
Estoy trabajando mediante proyectos. Desarrollamos una serie de clases con un marco más teórico y luego, lo aprendido tenemos que plasmarlo en un pequeño proyecto que resume las ideas principales. Ese trabajo hay que presentarlo a la clase. Mi idea, ha sido trabajar con redes sociales, para que esos proyectos no sean monótonos, ni las exposiciones aburridas. Así a cada grupo le corresponde un perfil social de la clase donde publican el trabajo realizado. Hasta ahí todo bien. Sin embargo, con un nivel la cosa no funcionó. No expusieron todos, había que estar adulando para que salieran, tardaron el doble de los demás niveles en hacer el trabajo. Un pequeño desastre. Así que pongo el freno y hablamos.
Les pregunto por la idea de trabajar en proyectos y a todos les encanta. Hay ciertas dificultades a la hora de presentar que ya valoraremos en el siguiente proyecto. Hay quienes no trabajaron simplemente por dejarse ir, cosa que corregirán en siguientes proyectos. Al final de ese ratito de reflexión se creó un buen rollo tremendo, que ni siquiera pretendía. Si no más bien, la idea era conocer lo que pensaban para si estaba equivocado en mi metodología cambiarla por una diferente.
Así que una buena manera de buscar soluciones al mal rollo que a veces se genera en clase: es hablar. Simplemente. Abrir el corazón y explicar como nos sentimos como docentes. Explicar que las cosas no van según lo previsto y tenemos que buscar alguna solución. No desde la imposición, no desde la bronca, no desde la reprimenda ni con amenazas, sino como un equipo que no está ganando los partidos y deben cambiar la estrategia para que la cosa mejore.
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