Durante el verano, en principio, me gustaría seguir publicando algunas reflexiones y algún que otro recurso que no me dio tiempo al ritmo que me propongo: una entrada por semana. He estado repasando apuntes e encontré con una reflexión sobre la creatividad y la docencia, la historia de “el lápiz” que me gustaría compartir.

Es la historia de un maestro/a que no conectaba con el grupo. Siempre estaba muy alborotado a lo que respondía con gritos y amenazas. La clase casi siempre era un caos y por más consejos que le daban, nada le funcionaba. Cierto día llego al colegio un compañero nuevo. Al ver aquella situación decidió entrar en la clase.
La persona que no podía con el grupo le dijo que intentara trabajar en su aula, para ver si conseguía alguna idea de aquel docente recién llegado. El maestro se situó en medio de la clase y espero pacientemente hasta que hubiera cierto silencio. Cuando lo hubo logrado, tomó un lápiz que había sobre la mesa. Lo levantó en la mano y preguntó ¿Qué es esto? Un lápiz, respondieron al unísono. ¿De qué está hecho? De madera, profe, dijeron con mucha más fuerza.
¿De dónde sale la madera? De los árboles. ¿Y cuántos tipos de árboles conocen? Empezaron a hacer una lista en la pizarra. Luego clasificaron las distintas especies, dibujaron sus ramas, sus hojas, las comentaron en parejas. A los pocos minutos volvió a preguntar por el lápiz. Además de madera el lápiz tiene algo mas. ¿Qué es? —preguntó el profe—. Grafito dijeron. Aprovecharon para hablar de minerales y rocas. En un rato practicaron naturales, dibujo, geología, geografía…
Cuando el compañero terminó, no daba crédito a lo que había sucedido en la clase. Confesó que había sido un excelente el trabajo, le dio las gracias y aseguró que había comprendido el truco para trabajar en el aula. Por tanto, se despidió agradecidamente.
A los días volvieron a coincidir en clases contiguas y escuchó el alboroto habitual en la clase de al lado. Así que salió a ver lo que sucedía. Entró en la clase y, de nuevo, reinaba el caos. No daba crédito a lo que presenciaba, mientras los alumnos alborotaban y correteaban por la clase, el/la profe en cuestión, buscaba algo por la mesa. Hola, ¿qué sucede? Le dijo al entrar. A lo que respondió muy angustiada: “no encuentro el lápiz”
En la creatividad, en la conexión con la clase no se trata de repetir lo que otros hacen sino de sentirte bien y ser creativo/a para el grupo que tienes delante. Repetir nos hace cotorras de otros/as. Crear, nos hace especiales y maravillosos. Sé que estamos de vacaciones, pero puede ser un buen tiempo para pensar en soluciones creativas para el próximo curso y no perdernos buscando el lápiz que usan todos los compañeros/as