Es una práctica que hacía hace tiempo y que he retomado en este tercer trimestre. Me siento feliz por preguntarle a los chicos y chicas ¿qué nota quieren para el final?, porque aunque no lo parezca, son muy conscientes de su trabajo durante el curso, saben perfectamente la nota que debe aparecer en su calificación, casi tan bien, como los docentes. Es más, aciertan en un 90% de los casos y, en caso de no acertar, lo hacen porque su estimación es a la baja. Es decir, piden menos de lo que realmente tienen.

Rara vez piden un diez. En contra de lo que pudiéramos pensar, en que creemos que todos van a pedirse la máxima nota después de explicar las normas para este ejercicio y que les paso por escrito y que son estas:
Al pedir tu nota puedes añadir cualquier comentario que consideres importante. También puedes contarme lo que consideres para la mejora de la asignatura, de mi labor como profe, sugerencias, etc.
La nota final se podrá teniendo en cuenta que…
1.- Si lo que pides es mucho más alto que los datos que yo tengo por trabajos, correcciones, trabajo en clase, etc. Se halla la media de las dos: “Ni pa ti, ni pa mi”
2.- Si la nota que yo tengo es superior a la que pides, pondré la mía porque te beneficiará tener una nota superior… y
3.- Si estamos de acuerdo 👏 👏 👏 👏 👏 No hay nada que decir.
Lo lógico, que pensamos que harían los alumnos/as es ponerse un diez, de este modo, si hallo media, siempre salen beneficiados. Pero no es así. En general son muy honestos y ponen lo justo. Rara vez piden la máxima nota y, quienes lo hacen, realmente se la merecen.
Me gusta hacer este ejercicio porque de ese modo hacen una reflexión personal sobre cómo ha ido el curso y sobre lo que su esfuerzo y trabajo ha supuesto para su nota final. Además, comparten la responsabilidad en lo que supone calificar, dando a conocer al docente sus intenciones y su expectativas.
Recuerdo hace tiempo que lo hacía personalmente e individualmente en una clase en la que veíamos una película e iba llamando uno por uno. Sin embargo, al tener tantos alumnos/as, se hace imposible realizar esta actividad en un corto periodo de tiempo. Además, me daba la impresión de ponerlos en una encerrona o especie de interrogatorio que, en ocasiones, resultaba algo violento. Así, prefiero que contesten a través de classroom, diciendo lo que estimen oportuno, sin cortapisas y con total libertad. Las reflexiones y sus peticiones muy interesantes, por lo que lo recomiendo.
Hola profe Jesùs. A mí me gusta tu predisposición por dar lo mejor al alumno, pero en esta ocasión mi opinión difiere en el método. Cuando en clase la profesora nos pidió que nos pusiéramos la nota nos miramos asombrados, pero no con un asombro como algo agradable, sino con sorpresa de un «¿còmo se le pudo ocurrir?». La moda de invertir los roles me resulta preocupante. El profe es quien va y califica el alumno, es que el tiene el conocimiento y el alumno aprende. Luego se irá desarrollando criterio propio para ir discerniendo en la vida. Pero mientras está en formación es peligroso delegar en el alumno la responsabilidad de la calificación. Quedará en su interior si su expectativa de nota se asemeja o no con la calificación que reciba al final. Inclusive puede que esté en desacuerdo con la nota, y es algo con lo que deberá lidiar en la vida. Las frustraciones y muchas veces que las cosas no salgan como uno quisiera. Calificarse de menos puede demostrar humildad, no necesariamente significa que se considere por debajo de lo que es. Es un análisis que se da naturalmente sin que se lo tengan que consultar en clase. Recuerdo inclusive que cuando nos pidió la nota puse una y mi compañera me dijo: voy a ponerme la misma que vos. Y la profesora nos dejó la misma nota, aunque ella había trabajado menos, e inclusive mi compañera ni siquiera se puso a meditar sobre su calificación (es decir, no obtuvo ningún aprendizaje de ello, le daba igual).
Es como el ejemplo que se solía decir de la democracia en la familia. No se puede dejar todo a votación, los hijos deben acatar las decisiones de los padres porque son la representación de la autoridad. Sino luego se genera una confusión con roles de poder, y las responsabilidades que lleva ejercer ese rol.
Lamentablemente aquí (me refiero a la ubicación geográfica de donde vivo) se notó la evolución de lo que pasó como «hagamos todo entre todos, escuchémonos» a una inversión de los papeles. Y los docentes ahora están temerosos de los alumnos. Porque quienes suelen aprovechar estas cuestiones son las personas más dominantes y eso no significa que sean los reales representativos de los alumnos, sino los que pueden ejercer más influencia (y no necesariamente de la positiva). Mucho cuidado con ceder ciertos espacios, no siempre en las aulas se da la fortuna que todos sean bien intencionados. Y los alumnos que sí lo son valoran muchísimo que los docentes sean figuras criteriosas, seguras de sí mismas y no dejen las cuestiones a «votación» de los demás. Repito, uno va a aprender.
Te mando un saludo y agradezco tus buenas intenciones.
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