Es una de las preguntas más frecuentes que se hacen los/as estudiantes. ¿Qué utilidad tiene aquello que hacen en clase? Hace unas semanas escribía sobre las críticas al sistema educativo y, mayoritariamente, los chicos y chicas, se quejaban de que mucho de lo que entra en los temarios, no le ven sentido. Por tanto, quizá haya que hacer un ejercicio para darle sentido y, que los/as estudiantes le encuentren sentido a lo que hacen en el aula.

Estamos viendo en clase Historia de Israel, guiada por los profetas, vemos, porque así no los pide el curriculum: hacer una línea histórica en primero, analizar la respuesta de fe en segundo y Valorar las acciones de Dios a lo largo de la historia, en cuarto de secundaria. ¿Todo eso para qué? Vale, tenemos que ver historia, pero, en esta ocasión, les he pedido, que además de trabajar esos personajes, extraigan un mensaje actual y que nos pueda servir para la vida cotidiana.
Por ejemplo, con Abraham, nos puede servir el valor de la fe y la confianza. Con Moisés, el trabajo y el esfuerzo por ayudar a quien lo pasa mal (pueblo esclavizado en Egipto) con Josué que hay que luchar por aquello que queremos, con Jonás a seguir adelante pese a las dificultades, con Jeremías a denunciar aquellas situaciones injustas…
No es que sea la panacea, pero, tras ver a alguno de estas personas importantes en la historia de Israel y pedir que extraigan un mensaje actualizado, durante esta semana hemos estado más conectados. No se lo toman como algo que hay que hacer y punto, sino como algo de lo que se puede aprender, algo actual.
Puede suceder que en todas las materias no tengamos la opción de relacionar contenidos con la vida actual. Sin embargo, sí que podemos en la mayor parte de los casos tratar de buscar una explicación de para qué nos sirve lo que hacemos. Estoy convencido que, a cualquiera que nos digan que nuestro trabajo sólo sirve para copiar en un papel, para tratar de recordarlo en un examen y poco más, nuestra motivación desciende hasta límites ínfimos. Por tanto, a ellos les ocurre lo mismo.
Por tanto, lo ideal, sería hacer un esfuerzo y en, cada sesión de clase, al prepararla, preguntémonos: ¿y esto para qué les va a servir? Si le damos una utilidad, todo cambia en clase. Aunque sea por una cuestión sencilla: como hacer un juego, construir, sacar una enseñanza, compartirlo con los demás, ayudar a un compañero/a, hace que todo cambie en el aula.