Nadie hablará de nosotros/as…

A comienzo de curso había muchísimo miedo. Al terminar el trimestre, la sensación es como de victoria, de un logro importante. Hemos llegado a la primera estación, sin demasiados problemas, salvo los que nos trae esta situación. Es verdad que ha habido contagios, es cierto que, cada cierto tiempo, nos llegaba información de familias que dejaban a sus hijos/as en casa por precaución, por haber tenido algún contacto y/o por contagio. Así, por tanto, esta entrada de hoy es para aplaudir a la comunidad educativa.

El primer aplauso quisiera dárselo a los Equipos Directivos. No por peloteo, ni porque sea miembro de algún equipo. Simplemente porque en junio o julio se fueron de los centros con una previsión, grupos, preparación del curso y, a la vuelta en septiembre se tuvieron que cambiar muchas cosas. En un tiempo récord, se adaptaron horarios, lugares de acceso y salida, escalonar entradas, horarios diferentes de profesorado y alumnado. Si ya, de por sí es complicado organización de comienzo de curso, en estas condiciones muchísimo más. Horas de trabajo extra, planificación extra y, en principio, todo ha salido perfectamente bien. Así, por tanto mi primer aplauso y admiración para el trabajo de los equipos educativos y sus miembros que se han desvivido para que todo haya salido bien dentro de esta extrañeza.

El siguiente aplauso es para los/as estudiantes. En los primeros días, en las reuniones de profes ya incorporados, pero sin alumnos/as, teníamos preocupación por si los chicos y chicas iban a respetar las normas. ¿Qué hacemos si alguien no quiere ponerse la mascarilla? ¿Qué pasa si no se respetan las medidas de seguridad? Al comenzar las clases todas las dudas quedaron disipadas. No había que llamar la atención. Todos/as eran muy conscientes de la situación y respetan perfectamente las normas. Una cosa distinta es en los patios y momentos de desayuno. En estos lugares no se respeta probablemente todas las normas. Sin embargo, creo se hace algo más la vista gorda, porque están al aire libre donde, según los expertos, no hay tanto peligro. También es cierto que no se puede tomar el desayuno con la mascarilla puesta. Pero, en líneas generales y, especialmente dentro del aula, el comportamiento es muy bueno. Así que el aplauso para los/as estudiantes, que han demostrado su compromiso con las normas. Es más, me causa cierto enfado algunos de los videos que circulan por las redes, culpando a los jóvenes de los contagios, cuando no es así. Es más, la franja de edad de mayor número de contagios, se produce en en un sector de edad que no tiene nada que ver con los jóvenes, sino los de mayor edad. Por tanto muchos aplausos 👏👏👏👏

El aplauso sin duda para otro grupo de personas sacrificadas. El personal de limpieza. Las señoras de la limpieza que este curso tienen trabajo extra. No sólo se trata de limpiar, sino además de desinfectar cada aula, cada espacio del centro. Una labor silenciosa, callada, maravillosa, casi anónima porque no se ve puesto que, cuando ellas trabajan, no hay casi nadie en el centro.

Por último, aunque este feo decirlo, el reconocimiento para los/as profes. Lo digo en primera persona porque, supongo que, como a todos/as, al comienzo de curso tenía mucho miedo. Recuerdo que en los primeros días de clase me propusieron dar algo de formación de una herramienta TIC que conozco y, por supuesto acepté. Tras dos horas de formación, hablando con mascarilla, al final, pregunto: dudas o sugerencias y, la primera, por parte de una compañera fue: ¿Se aguanta bien las dos horas con la mascarilla? Estábamos todos bastante asustados. Pero luego, lo mismo que a los estudiantes, según nos metimos en el trabajo, nos adaptamos a esa nueva situación. Se ha tenido un especial trabajo y sensibilidad para quienes presentan cualquier tipo de síntoma, se pedía ayuda y rápidamente se activan los protocolos, con celeridad con implicación de toda la comunidad.

Salvamos este trimestre o, al menos lo terminamos, sin demasiada complicación dada esta situación especial. Sin embargo, como dice el título de una película «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto». No pienso que tengamos que morir ni mucho menos, sino que me da la sensación que la labor docente no es lo suficientemente valorada. Mientras los espacios públicos se cierran, mientras se limitan las reuniones, mientras se ponen toques de queda, las aulas siguieron abiertas con igual capacidad, mientras se respeten las distancias. Podíamos seguir teniendo 35, 30 o 25 estudiantes dependiendo de la etapa educativa y, nadie ha valorado que los centros no fuesen un lugar masivo de contagios, tal como lo han sido hasta los hospitales y residencias de mayores donde, se supone, que las medidas sanitarias son extremas. La profesión del docente está claro es muy sacrificada y muy poco valorada: nadie habla de nosotros/as…

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