No estamos atravesando un buen momento para la enseñanza. Por un lado los/as profes se afanan en tratar de preparar materiales que puedan utilizarse para la enseñanza a distancia a la que no están acostumbrados/as. Por otro, los alumnos, que tampoco dominan este ámbito tratan de sobrevivir en un hogar lleno de incertidumbre y miedo haciendo lo que buenamente pueden. Cabe, por tanto, preguntarse ¿Cuál debe ser el papel del docente en estos tiempos difíciles?
Obviamente no se puede evaluar como lo hacíamos habitualmente. La razón es sencilla: No todos los estudiantes están siguiendo las clases. En el mejor de los casos un 70 u 80% del alumnado está siguiendo el ritmo propuesto en esta modalidad on Line. Bien, porque no han comprendido adecuadamente la situación, bien porque en casa no hay un ambiente que favorezca el estudio o porque se ha interpretado como unas vacaciones, los/as alumnos/as no siguen bien sus estudios. Sin embargo, no hay que culparles. Pensemos en nosotros mismos, como docentes, ¿Cuándo hemos realizado algún curso on Line, siempre lo hemos llevado al día y en el ritmo que se nos pide? Seguramente no. Por tanto no hemos de culparles. Entonces, vuelvo sobre la pregunta inicial ¿Cual debe ser nuestro papel?
En entradas anteriores, propuse mi opción: Las videoconferencias. Después de darle vueltas, me pareció una buena fórmula. Los mejores registros de seguimiento y conexión por este sistema, ha llegado al 80% de la clase y el peor, no tengo porque engañarme, ha sido del 0 absoluto. Esta semana en una clase de primera hora, con un grupo pequeño , de nueve alumnos, ninguno se conectó. Así, por tanto, considero que más que los fríos envíos a través del correo electrónico o el classroom o cualquier otro soporte, nuestro papel ha de ser contactar con ellos, hablar, compartir algo de docencia y de palabra, cambio de impresiones a través de una conexión directa telemáticamente.
Nuestro papel, o al menos así lo veo, es preguntarles ¿Cómo están? ¿Cómo lo llevan? y compartir algo de materia, resolviendo algunas dudas. Animar, contagiar optimismo, alegría y esperanza, creo que ha de ser el papel del docente en esta situación. La materia, la programación hay que tratar de seguirla, pero sobre todo desde esa perspectiva. Se enseña y se ayuda más con lo que no se dice en el aula y fuera de ella. Por tanto, ese contacto virtual, ese saludo a través de la cámara, esa cara conocida que se ve a través del dispositivo digital, puede y debe ser hoy nuestro papel como docentes, busquemos ese contacto maravilloso.