Resido en Canarias, donde como en otras comunidades españolas, se han suspendido las clases durante quince días. Apenas llevamos unas horas de suspensión y los estudiantes me preguntan con insistencia por otras materias, ¿Qué va a pasar con las notas? ¿Cómo nos van calificar?, tenía pendiente varios exámenes, son los comentarios de algunos alumnos preocupados por esta situación anómala que coincide con el final de un trimestre. Por eso no me cabe duda que las evaluaciones son un virus.
No puede ser que la actividad académica tenga únicamente como referencia tres momentos al año donde se evalúa. No puede ser que nos agobiemos (profes y alumnos) durante unas semanas por culpa de hacer y corregir exámenes. No me parece adecuado y, por eso, los estudiantes que han contactado conmigo, no me preguntan por mi materia, sino por las otras.
Ellos saben que mi manera de evaluar es según vamos avanzando. No hace falta hacer pruebas globales (aunque las hago en determinados momentos para evaluarme yo), no hace falta memorizar para vomitar en un examen contenidos que luego se olvidan. Lo normal, en este caso excepcional, sería que si se suspende la actividad lectiva, se suprima esta evaluación y sigamos trabajando hasta llegar al final de curso, donde vemos si se han alcanzado los objetivos previstos.
Mi trabajo lo tengo organizado por Criterios, de manera que vamos avanzando en ellos. Un criterio dado y evaluado, se supera, con una calificación determinada que, en la mayor parte de los casos corresponde a una autoevaluación con rúbricas. No se puede enfocar el aprendizaje y el conocimiento a la superación de pruebas. Una nota, un examen no puede ser un criterio definitivo para aprobar o suspender, porque no demuestra nada, no valora todas las capacidades que tiene un/a estudiante. Es verdad que luego cuando llegan a la universidad, una oposición y bla, bla, bla…
¿Qué sucede con el/la estudiante que tienen una capacidad extraordinaria para el arte, pero no tiene un buen desarrollo lingüístico?, ¿Qué ocurre con el científico matemático que tampoco tiene capacidad para la historia? ¿Qué sucede con quién escribe maravillosamente bien, tiene una redacción estupenda pero no comprende álgebra? Son preguntas sin respuesta y que con el sistema actual, obliga a fracasar a los jóvenes.
El virus de las evaluaciones es una enfermedad que obliga a profesores y estudiantes a pasar por un mal momento durante el curso. Hay que calificar, poner una nota, sin valorar esfuerzo, progreso, sino, generalmente, por la capacidad memorística de esa persona. Esperemos que ese virus, del mismo modo que el actual, pase y tengamos otro horizonte educativo más interesante y prometedor para todos/as.