Me pillan esta semana en plena creación de equipos cooperativos. Hemos empezado el curso con dinámicas de cohesión. Pasaron las primeros días de clase y toca ahora constituir los equipos de trabajo para el primer trimestre. El objetivo es conseguir grupos de trabajo heterogéneos que sean capaces de realizar los trabajos que vayamos a proponer. Los grupos han de estar equilibrados, ese, para mí, es el primer objetivo, buscar equilibrio para que puedan trabajar conjuntamente.
Este año, después de varios cursos solicitándolo, me han concedido un aula específica. No se imaginan la de abrazos que repartí cuando me lo comunicaron. Eso me ha permitido en los pocos días que llevamos de clase, hacer asambleas, juegos y, sobre todo, sorprender a los alumnos en cada clase, cuando ven una disposición en el aula diferente a la habitual. Ahora llega el momento de crear los grupos.
En general, por lo que he estudiado y leído sobre aprendizaje cooperativo, son los docentes los que hacen los grupos. Sin embargo, mi propuesta les deja cierta libertad a la hora de formar los equipos. El trabajo del profesor/a sigue siendo el mismo. Hacer una clasificación de los estudiantes de cada grupo. Suponiendo una clase de 28 alumnos, que es lo más normal en mi centro, constituyo siete grupos de cuatro. Así, con la información que me dan o que aportan los estudiantes, elijo siete estudiantes que sean capaces de motivar al resto o trabajadores, líderes de grupo y, que generalmente tienen buenas calificaciones, aunque no es imprescindible. A continuación, otros siete estudiantes que trabajen, no tienen malas calificaciones, aprueban, pero les cuesta ponerse a trabajar. En el siguiente grupo nos encontramos con alumnos poco trabajadores, con algún suspenso y con algún problema para trabajar. Finalmente el último grupo estudiantes repetidores, con dificultades de aprendizaje y que necesitan ayuda para trabajar.
Con estas cuatro grupos, les asigno una letra o un número a cada colectivo. Lo he organizado con letras: A, B, C, D o con números 1, 2, 4 y 4. Este año voy a usar figuras: Corazón, Diamantes, Carmelos y Balones. De manera que, cuando todos tengan sus letras o números deben buscar un equipo de trabajo de cuatro en el que no haya ninguna repetición. Así no compongo yo los grupos, sino que les dejo cierta libertad para que, dentro de sus posibilidades se junten con grupos con los que puedan trabajar.
Este modelo me ha gustado y ha dado buen resultado durante los últimos años. Aunque no hay una satisfacción del cien por cien, mayoritariamente quedan contentos con los grupos formados. También es verdad que en los grupos de bachillerato no sigo a rajatabla las agrupaciones, sino que lo hago como recomendación. Pidiéndole que no se pongan más de dos iguales en cada grupo. También en los grupos de PMAR, suelo ser más permisivo, porque al ser grupos pequeños, están “obligados” a trabajar más, haciendo un seguimiento más importante a cada grupo.
Ahora, tras la constitución de los grupos, empieza el trabajo. ¿Conocen otra manera diferente de constituir los grupos? Podemos compartirlos en los comentarios
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