El agua mágica o “lo que los niños demandan”

Terminó el curso y ahora estoy inmerso en un campus de verano. Por tanto, durante estas semanas publicaré lo que vamos haciendo en este campamento urbano. La idea de este “Campus de Verano” surge ante la necesidad de alejar a los niños y jóvenes durante un rato por las mañanas de las pantallas. Hace ya algunos años que detectaba en casa que mis hijos se levantaban e iban directamente al televisor, bien para ver la tele o para jugar a la consola. Convencido de que el verano puede aportar algo más rico a la vida de las niños, pusimos en marcha en el barrio esta actividad que acoge entre 30 y 50 niños y niñas durante julio y mitad de agosto.

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Una de las experiencias de esta semana ha sido comprobar el poder milagroso del agua o la demanda de atención de los niños. La semana pasada escribía sobre la preocupación ante la conexión de los niños a la pantalla y de como, algunos padres, suplen la atención que nos piden o el juego con dispositivos electrónicos. Es por eso que a veces simplemente con un poco de atención se pueden solucionar muchos problemas. En el campus acompañamos a niños desde infantil hasta secundaria. En edades tempranas los niños se caen, tienen conflictos que se solucionan solamente con un poco de nuestro tiempo. Todas las caídas y golpes de esta semana se han solucionado con agua y algo de atención.

En el campus dedicamos tiempo al repaso de manera diferente (ya contaré como son las actividades en entradas posteriores) y otro rato al deporte. La primera parte de la actividad física se comparte con niños de todas las edades y, claro está, los más pequeños sufren golpes fortuitos de los mayores. También se caen y tropiezan con otros compañeros. Antes de usar el agua mágica ni acercarme a un niño accidentado (siempre que no sea grave, claro está) suelo dejar un tiempo prudencial. Uno segundos en los que se detecta si va a llorar o no, si se levanta y sigue jugando. Pasados esos segundos si comienza a llorar es el momento de acercarse y preocuparse por el niño/a.

No sirve para nada y no ayuda absolutamente el “eso no fue nada”,no llores, “levántate” y otras cosas que nos salen inmediatamente al acercarnos a ellos. Es más eficaz preguntar simplemente ¿Te duele mucho? Obviamente nos dirá que si. Habrá que preocuparse con la parte del cuerpo que le duele. Si es el pie, le pediremos que lo mueva, lo mismo si son los dedos, le diremos que con un poco de agua fresquita se encontrará mejor. ¡Milagro! Así es. ¿Qué hemos hecho? Simplemente preocuparnos por ese niño/a. Con eso es suficiente. Es muy recomendable en primer lugar apartarlos del gran grupo, su llanto suele incrementar si le preguntan y le agobian. En segundo lugar, como ya dije, requiere una verdadera preocupación, interesarse de verdad por su dolor. Ellos sienten y padecen igual que cualquier adulto, que cuando se cae siente dolor y atención con eso es suficiente. Por tanto, seamos portadores de buenas atenciones a los niños y niñas porque en el fondo, cuando lloran, cuando piden algo, están reclamando nuestra atención que, en muchas ocasiones se arregla con agua milagrosa o simplemente con hablar con ellos un ratito.

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