He estado leyendo algo esta semana sobre motivación. En el curso que estoy haciendo se confirma mi idea: «la mejor motivación es la intrínseca». Es decir, aquella que tiene cada cual sin necesidad de un premio o recompensa externa. Cuando disfrutamos de lo que hacemos, no nos hace falta nada más. La cuestión es ¿Cómo motivar a los alumnos hacia el aprendizaje si el estudiante no quieren? Me atrevería a decir que motivar en condiciones adversas es casi imposible. Sin embargo, podemos dar algunos pasos para, al menos despertar su interés y algo e motivación.
Lo que propongo en esta entrada es, más bien, lo que a mi juicio no se debería hacer o aquellas cosas que no gustan y que desmotivan en clase. Cosas que, si las hacemos en clase, probablemente, desmotiven, aburran a los estudiantes.
1.- Una clase monótona: Esto es que cada día, en cada sesión de la materia se hace siempre lo mismo. Por ejemplo: Leer, resolver ejercicios, corregir. Hay que variar la manera de dar clase, sorprender a nuestros alumnos con propuestas diferentes. Tanto a la hora de proponer la materia, como corregirla. Una clase aburrida es como una mala peli en la que nos dejamos dormir o un libro que no nos engancha y lo dejamos a la mitad. No podemos ser monótonos.
2.- La disposición del aula: llevo varios años desarrollando mi clase en aprendizaje cooperativo. La disposición del aula es en grupos de cuatro personas. En muchos grupos cada vez que empiezo, modificamos la clase para adaptarla y al terminar la volvemos a poner como estaba. Podemos cambiar el aula, podemos en alguna ocasión hacer una asamblea y que todos estén en corro, podemos ponerlos en grupo, podemos hacer que se cambien de lugar. Pero no una vez al trimestre, sino con cierta frecuencia. Semanal o quincenal, cambiar de perspectiva y lugar hace que algo cambie dentro de clase.
3.- Dejar un día los materiales: Si habitualmente usamos libros, cuadernos, pizarra digital. De vez en cuando será bueno dejar todo y llegar a clase sin nada. Hacer una actividad diferente. «Solos ante el peligro» Bien porque vamos a hablar, porque vamos a trabajar de manera diferente… hay muchas dinámicas y propuestas que podemos hacer olvidándonos de los libros y los materiales.
4.- Salir de clase: Inventa un juego, sal al patio, da una clase en la cafetería, en la biblioteca. Sal de lo normal. Hay otros espacios educativos que no tienen que ser necesariamente las cuatro paredes del aula. Hay otros momentos y ambientes dentro del centro de enseñanza que pueden hacer una clase memorable y diferente.
5.- Hay que actuar. Dicen que el profesor es como el presentador de la televisión. Aunque tengas un mal día, eso no puede traducirse al aula. Probablemente es cierto, porque cualquier dificultad que tengamos ellos enseguida lo perciben. Si estamos de mal humor, contagiaremos nuestro mal humor, si estamos felices, contagiaremos felicidad…
6.- ¿Que te gustaría a ti? Probablemente es la cuestión más importante. Siempre, al terminar una sesión me pregunta ¿Si fuera yo el estudiante me habría gustado esta clase? Si la respuesta es negativa, imagínate lo que les gustó a ellos. Nos tiene que gustar mucho lo que hacemos para ser capaces de motivar y animar a los estudiantes.
7.- Desafíate: Ahora se llama salir de la zona de confort. Pero simplemente es preguntarte ¿y por qué no? Quiero hacer una actividad diferente, salir al patio, un juego, una dinámica, algo que te parece interesante. La pregunta es ¿y por qué no? Inténtalo. Muérete, no eres un árbol.
Sobre todo motívate. Busca herramientas para estar bien. Si no estás bien, es imposible que tus alumnos estén bien. No podemos dar aquello que no tenemos.