Una enseñanza de experiencias

Aprendemos de muchas maneras. De hecho, hay estudios y análisis que hablan profundamente de ello. No obstante el aprendizaje realmente importante, significativo, es aquel que experimentamos, cuando vivimos, sentimos, trabajamos profundamente un aspecto hasta el punto de vivirlo personalmente. Esta semana hemos tenido un rato para experimentar la fe y la confianza

una enseñanza de experiencias profe jesus

Es verdad que no siempre todo lo que está en nuestra programación es vivenciable. Hay cosas que se prestan más a realizar actividades en las que los estudiantes se involucren para vivir aquello que se quiere mostrar. También es cierto que el camino fácil es siempre el tomar el libro, apuntes, documentos y, a partir de ahí, desarrollar la enseñanza. Sin embargo, este sistema, es, probablemente, el que se olvida más rápidamente.

Hemos comenzado esta semana con segundo de secundaria a hablar de fe. Obviamente, ¡qué mejor propuesta que experimentar la fe y la confianza con los compañeros de clase!. Para eso salimos el aula y en un espacio libre, vamos experimentando el confiar, cambiando de roles y tapándose los ojos para dejarse guiar por la voz, por el contacto con otras personas. La experiencia resulta inolvidable.

Ciertamente no siempre podemos adaptar los materiales para disfrutar de actividades vivenciales. Sin embargo, es bueno en distintos momentos del curso que podamos diseñar alguna situación de aprendizaje o, parte de ella que sea memorable, vivida y sentida por los estudiantes, de manera que el aprendizaje sea significativo e importante.

Los juegos de confianza son muchos, desde el típico lazarillo, pasando por otros un poco más complejos, como el lazarillo doble (este me encanta) o el tren son actividades maravillosas para desarrollar la confianza. El Lazarillo supongo que lo conocen. Consiste en disponer a los estudiantes en parejas de manera que uno se tapa los ojos y el otro sirve de guía. Se van alternando en el rol de cada uno. Hay dos modalidades que probamos una es guiar sólo con palabras y otra guiar tocando. El doble lazarillo es un desafío tremendo. Consiste en que las dos personas se tapan los ojos. Pero sin que uno de los miembros se dé cuenta, se le destapa los ojos, así el otro debe confiar en que su lazarillo le guía aún con los ojos tapados. Los trenes consiste en agrupar en cinco o seis personas. Sólo uno, el maquinista, lleva los ojos abiertos y debe guiar su tren desde detrás, con las siguientes consignas:  un toque en el centro de la espalda significa caminar, toque en los hombros, girar al lado correspondiente y un leve tirón hacia atrás, parar. Una vez terminada la actividad, los estudiantes reflexionan sobre la confianza realizando un breve trabajo sobre cómo nos hemos sentido.

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