Uno de los problemas más graves que percibo en el sistema educativo es la resistencia al cambio. Una resistencia que, por un lado está bien justificada: tantas leyes nuevas, tantas como cambios políticos en el país, donde, cada cierto tiempo hay una nueva ley que obliga a modificar toda la manera de hacer las cosas. Otro problema grave es la falta de apoyo desde las administraciones que parecen más a unos perseguidores de la labor docente que verdaderos facilitadores de apoyo a sus trabajadores. Las familias, en ocasiones, también se oponen a los profesores muchas veces, poniendo en entredicho su profesionalidad. Con todo, hay una clara resistencia a lo novedoso, porque se considera una vez más una intromisión al trabajo del profesor.
En el otro extremo están algunos docentes que no se resisten a los cambios, sino que cada nueva propuesta es tomada como un desafío y un reto. Es más, comprenden que vivimos en una sociedad muy cambiante en la que es prácticamente imposible desarrollar el trabajo de la enseñanza sin adaptarse continuamente a las nuevas generaciones que entran en las aulas. Personalmente, me considero un docente de este último grupo. Las normas hay que tomarlas tal como vienen, porque tratar de modificarlas, una vez aprobada, es prácticamente imposible. Para ejemplo la actual ley, por más huelgas, protestas y oposiciones, siempre salió adelante.
Sin embargo, esta reflexión no quiere entrar en política, sino más bien en el día a día de nuestras aulas. Hay una corriente importante de profesorado que se opone a la tecnología y a su uso en clase. También hay otro sector que no quiere desarrollar cambios metodológicos y siguen enseñando tal como aprendieron ellos hace ya varias décadas. Y, si algo caracteriza a la enseñanza hoy en día, es por los continuos cambios. Lo que hoy sirve, seguramente dentro de uno dos años no es tan válido. El dinamismo del sistema en el que los estudiantes aprenden en muchos y variados foros de forma simultánea, hace que los antiguos sistemas no sean apropiados hoy en día.
Vivimos en una sociedad cambiante, donde el sistema, en general, apenas ha cambiado en las últimas décadas. Algunos innovadores son mirados como «bichos raros» en los claustros, al tiempo que son muy estimados por los alumnos, por ofrecer algo diferente. En la zona de confort, como ya es sabido, no se produce el aprendizaje. Sólo en el reto, en el desafío, en el cambio es donde se produce la maravillosa aventura de aprender.
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