Recapitulamos y empezamos de nuevo. Así de simple. No hay más. Muchas veces proponemos actividades que no funcionan. La semana pasada preparé una actividad con juegos de rol. Los integrantes del grupo debían asumir unos personajes para interpretarlos en el gran grupo. Parece lógico en principio que en algún caso, no quisieran participar por timidez, miedo a hablar en público, etc. Sin embargo, ocurrió que en la mayoría de los grupos no quisieron trabajar sencillamente no les atraía la actividad. Así que, marcha atrás y buscamos otros forma de avanzar en lo que se había previsto. La técnica del puzzle sirvió para recuperar el tiempo perdido.
No todo es perfecto. Ya lo sabemos. En ocasiones con mucho esfuerzo e imaginación preparamos algo que no va con los estudiantes. Pese al tiempo y el esfuerzo que dedicamos a algo es necesario ser valientes para caer y volvernos a levantar aprendiendo que algunas cosas simplemente no funcionan, sin más.
Creo que en el aula, aparte de tener una buena wifi, es más que necesario poseer una antena personal que no da capacidad para detectar que algo no va bien, no está siendo agradable o no está sirviendo para mucho en el proceso de aprendizaje. De igual modo hay que tener esa capacidad para lo contrario, cuando va bien y reforzar o repetir con más frecuencia esas propuestas que gustan haciendo alguna modificación.
Es necesario salir de la zona de confort
Es una frase muy manida. Pero metidos en nuestras trincheras, en imponer una actividad en lugar de proponerla; obligar, en lugar de consensuar, porque así lo creemos hace que todo se empiece a tambalear. Salir de la zona de confort implica para el docente ser capaz de reconocer que no lo sabe todo, que no todo es perfecto en sus clases y que algunas situaciones de aprendizaje no son buenas. Sin motivo aparente, pese a nuestra ilusión y ganas con aquella actividad, los muchachos no la consideran buena. Las opciones entonces son dos: comenzar una batalla campal para sacar aquello adelante o ser capaz de reconocer que no funciona y replantearlo de otra manera.
Por eso, cuando algo no sale bien, es necesario tener el valor suficiente para reconocerlo y cambiarlo. En el aprendizaje cooperativo determinadas técnicas pueden no funcionar o no ser adecuadas a lo que queremos que aprendan. Es el momento entonces, de parar, dar un paso atrás y volver de nuevo. No pasa nada… Mejor dicho sí que pasa, cuando hacemos ese ejercicio aprendemos, conocemos más a nuestros alumnos, sobre todo APRENDEMOS con mayúscula y mejoramos nuestra práctica en el aula.