Les confieso a los alumnos que, para mi, la primera clase del año, esta es una de las clases más importantes del curso. Aprendo muchísimo. En ella hacemos revisión del primer trimestre, modificamos los grupos de trabajo cooperativo y me hacen una crítica anónima de estos primeros meses de clase. ¿Por qué es importante? Porque aprendo muchísimo, porque es el momento de tomar el pulso a la realidad de los estudiantes que, muchas veces a los docentes, se nos olvida. A veces nos subimos a nuestra tarima y descuidamos que los protagonistas del aprendizaje son los estudiantes y tienen mucho que decir sobre cómo quieren aprender.
De un modo especial hace una crítica feroz al sistema. Este modelo de enseñanza no convence a los profesores ni tampoco a los estudiantes. La crítica más repetida a nivel global es la inutilidad de lo que estudian. Año tras año en esta revisión se repite la misma pregunta ¿para que me sirve en la vida práctica lo que estudio en la escuela? ¿Por qué no enseñan primeros auxilios o a rellenar un impreso? Tampoco comprenden porqué tienen que aprender de memoria para luego olvidar. Los estudios lo advierten y ellos lo confirman: Estudian de memoria y luego lo olvidan.
Echando un vistazo a las encuestas anónimas lo que más valoran de la enseñanza es el dinamismo de las clases, ser escuchados y, aunque parezca que ya han dejado atrás lo lúdico, les gusta jugar. También valoran como positivo que se hayan desarrollado clases fuera del aula mediante juegos o en el patio con algunas dinámicas. El uso de las tecnologías es muy valorada, los audiovisuales y, también tiene buena aceptación el video de comienzo. Es decir, siempre empiezo la clase con un video musical. Cosa que empecé hace años y que se ha convertido en algo imprescindible en la enseñanza día a día.
Más que entrar a valorar sus opiniones que podría llevarme mucho tiempo, algo que reservo más para un trabajo personal, quería incidir en la necesidad de hacer revisión frecuente con los estudiantes. Es posible que demos una clase magistral porque siempre lo hemos hecho así ¿Y si les preguntamos de qué manera les gustaría aprender matemáticas, lengua, dibujo o Educación Física? A lo mejor nos da un buen puñado de ideas que dan algún giro a nuestra forma de ver la educación haciéndola más cercana a ellos y más efectiva.
Casi todos los años introduzco modificaciones en mi estilo de proponer las clases. La mayor parte de las veces porque sus ideas son excelentes. Por ejemplo, un cambio que introduzco en breve es eliminar la segmentación entre temas y criterios… Generalmente, antes de empezar un tema, les explico a qué criterios pertenecen y qué estándares se evalúan. Ya me han dicho que «tanto temario les agobia», tanta evaluación, criterios… situaciones de aprendizaje, estándares… por tanto, me he planteado ¿Y para que sirve esos cinco o diez minutos que dedico a explicar en que consiste el tema? Lo que vamos a estudiar si es necesario saberlo, el bloque temático que será explicado al principio del trimestre, pero luego, sencillamente habrá clases, sin necesidad de insistir tanto en criterios, temas, estándares…
Siempre se aprende algo, siempre se modifica algo si atendemos a lo que los muchachos y muchachas nos proponen. Escuchémosles, preguntemos que les gusta y qué no de nuestras clases. Hagamos esa revisión con la que aprenderemos nosotros también a ser mejores docentes.