Los profes tienen muchas vacaciones

Circula, como cada verano, esa afirmación sobre las vacaciones de los docentes. En esta entrada no es que vaya a defender lo indefendible, porque es verdad que tenemos más vacaciones que la mayoría. Sin embargo, también es cierto que, durante el periodo lectivo, trabajamos mucho más que cualquier otro colectivo.

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No voy generalizar en este texto. Siempre que se generaliza se comete errores. En el mundo de la enseñanza si decimos «Todos los profesores tienen muchas vacaciones» seguramente cometemos un error. Igualmente si afirmamos que todos trabajan mucho durante el periodo de clase, seguramente, también estaríamos faltando a la verdad. Por eso, para esta reflexión únicamente hablaré de mi situación personal.

No me escondo para afirmar que para mí si que son muchas vacaciones. Por eso desde hace cuatro años, dedico mes y medio de ese descanso al voluntariado. Es decir, sigo trabajando de manera gratuita, en otro mundo relacionado con la enseñanza, hasta el 15 de agosto. Pero insisto, es una apreciación personal. También afirmo sin ningún lugar a dudas que en la enseñanza trabajo muchísimo más que en otra actividad personal.

Tengo la suerte de que no toda mi vida profesional ha estado dedicada a la educación y por tanto sé de buena tinta lo que trabajaba antes y lo que trabajo ahora. Antes de hacer un repaso numérico a la cantidad de tiempo dedicado a mi profesión, simplemente diré que antes de ser maestro, tenía numerosas aficiones y hobby a los que dedicaba mi tiempo sin problemas: la música, modelismo, deporte, videoconsolas… Ahora, tengo que reservar el desarrollo de estas actividades únicamente para vacaciones porque en periodo laboral es prácticamente imposible.

Vamos con los números que tanto gustan: Salvo que esté en un error, el profesorado está obligado a permanecer en el centro educativo en el que trabaja 26 horas (no 20 como dicen algunos) Bien, nos quedan, por tanto, 14 horas para estar equiparados al resto de los trabajadores. En mi caso he tomado la determinación de permanecer las 30 horas en mi centro. De esa forma puedo preparar clases, fotocopiar, hacer alguna gestión en ese tiempo. Como ya dije al principio, comento mi experiencia personal, que es la que conozco. Por tanto me faltan diez horas para estar en igualdad de condiciones que el resto de trabajadores en nuestro país.

Otra cuestión es que creo que ningún profesor sea capaz de presentarse delante de sus alumnos sin haber preparado absolutamente nada de lo que les va a decir o hacer en clase. Por eso, en mi caso personal dedico aproximadamente una hora diaria, fuera del lugar de enseñanza a preparar las clases del día siguiente. Una veces me ocupa más de una hora, otras menos. Por tanto ya nos situamos en torno a las 35 horas semanales. Por último, durante el fin de semana, dedico uno de los dos días a preparar la semana. E insisto en que sólo sea uno de los dos días, porque antes ni siquiera descansaba uno de los días, sino que los dedicaba por completo al trabajo. Así que ya tenemos que sobrepasa las 40 horas de trabajo semanal sobradamente.

Si a esto añadimos las visitas de padres que, en mi caso, son cada martes alternos; la formación tan necesaria para adaptarnos a este mundo tan cambiante, veremos que, probablemente, lleguemos sin problema, a jornadas de 50 horas semanales. ¿Todos los profesores? No. Obviamente, no. Hay quienes se preparan bien sus clases y quienes no. Hay quienes asisten a las sesiones de formación y quienes no. En este último aspecto diré que, este año presenté doce cursos para baremación. ¿Todos los profesores hacen esa cantidad de cursos y de horas? No. Pero reconozcan que fastidia que se generalice tanto para decir que todos son unos vagos y no trabajan lo suficiente, como para decir que todos hacen más de cincuenta horas semanales de trabajo.

Finalmente para terminar, afirmo que me quedo con el grupo de profes de mi claustro que se implican, que se forman, que desarrollan proyectos, que están motivados, que están felices porque ponen pasión a las actividades que hacen y quienes no… pues allá ellos… seguramente no estarán satisfechos ni felices. Yo si, aunque trabaje más de cincuenta horas semanales.

Si ese exceso de horas semanal, lo gratificamos en vacaciones, cosa muy frecuente en las empresas privadas, seguramente, saldrá más de un mes de vacaciones al año. Y quien, después de leer esto tenga dudas, le invito a convivir durante el periodo lectivo con cualquier maestro.

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